Bernard Nathanson (n. 31 de julio de 1926, Nueva York) es un médico y un activista
pro-vida estadounidense.
Nathanson se graduó en 1949 de la Facultad de Medicina de la Universidad McGill (McGill University Facility of Medicine) en Montreal. Ha tenido licencia para practicar la medicina en el estado de Nueva York desde 1952. Se especializó en ginecología en 1960.
El Dr. Bernard Nathanson fue considerado como "
el rey del aborto" (practicó más de 60.000 abortos) y fundó en 1969 la
Asociación Nacional para la Revocación de las Leyes contra el Aborto (más tarde llamada
Liga Nacional para la Acción por el Derecho al Aborto). Luchó por impulsar el aborto libre y legal mientras rechazaba y criticaba las ideas de los movimientos pro-vida.
Pero tras unos años practicándo más de 60.000 abortos como médico en los EE.UU., cambió su concepción sobre el aborto (especialmente el día en que Nathanson pudo observar el corazón del feto en los monitores electrónicos, comenzó a plantearse por vez primera "qué era lo que estábamos haciendo verdaderamente en la clínica"), y decidió reconocer su error.
En la revista médica
The New England Journal of Medicine, escribió un artículo sobre su experiencia con los ultrasonidos, reconociendo que en el feto existía vida humana. Incluía declaraciones como la siguiente: "
el aborto debe verse como la interrupción de un proceso que de otro modo habría producido un ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión moral".
Aquel artículo provocó una fuerte reacción. Nathanson y su familia recibieron incluso amenazas de muerte.
Poco tiempo después, un nuevo experimento con los ultrasonidos sirvió de material para un documental que sorprendió a la comunidad médica en particular y la sociedad en general. Se titulaba "
El grito silencioso", y sucedió en 1984 cuando Nathanson le pidió a un amigo suyo -que practicaba de quince a veinte abortos al día- que colocase un aparato de ultrasonidos sobre la madre, grabando la intervención.
"
Lo hizo -explica Nathanson-
y, cuando vio las cintas conmigo, quedó tan afectado que ya nunca más volvió a realizar un aborto. Las cintas eran asombrosas, aunque no de muy buena calidad. Seleccioné la mejor y empecé a proyectarla en mis encuentros pro-vida por todo el país".
Testimonio de Bernard Nathanson:
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Stojan Adasevic, médico abortista, también conocido como
rey del aborto en Europa oriental, realizo en un periodo de 26 años más de 55000 abortos, y al igual que el Dr. Nathanson, se sumo a la causa en defensa del no nato. Actualmente el principal líder pro-vida de Serbia
Stojan trabajo como médico abortista en su Belgrado natal, hasta que vio cómo el latido del corazón de uno de los niños se iba apagando poco a poco en medio de una masa de tejidos que él extrajo con sus pinzas del vientre de la novia de su primo.
«Corté el vientre, abrí la placenta y el líquido amniótico se derramó. Agarré al niño, forcejeé un poco y, tras extraerle, lo puse sobre un paño. De pronto miré y vi una mano, algo grande. El niño tenía tres meses y medio, tal vez cuatro. No tenía una cinta métrica a mano para medirla. Había salpicaduras de yodo en la mesa y las terminaciones nerviosas de la mano entraron en contacto con el yodo. ¿Y qué ocurrió? Miré y dije: “Dios mío, la mano se está moviendo”. Sin embargo, continué trabajando con mis pinzas y de nuevo cogí algo. Lo sujeté y lo extraje. Me dije a mí mismo: “Que no sea una pierna”. Tras extraerlo, lo miré: una pierna. Quise poner la pierna en otra mesa cuidadosamente, para que no estuviera al lado de la mano. Ya la había dejado, cuando escuché un golpe detrás de mí. Me sobresalté, se me escaparon las pinzas y la pierna cayó junto a la mano. Y vi que tanto la pierna como la mano se movían. Pero de nuevo introduje las pinzas en el vientre y apreté todo lo que había dentro. Pensé que lo que necesitaba para acabar con aquello era extraer el corazón del niño. Continué apretando y apretando y apretando… Hasta que estuve seguro de que había convertido aquello en una pasta. Y una vez más forcejeé con las pinzas… Cuando saqué una masa pensando que serían fragmentos de hueso, la llevé hasta el baño y vi un corazón humano latiendo y latiendo. Pensé que me iba a volver loco. El latido era cada vez más y más lento hasta que finalmente se detuvo. Nadie pudo ver lo que yo vi con mis propios ojos. Acababa de asesinar a un ser humano».