jueves, 18 de febrero de 2010

LA LUCHA DE LOS QUE NO TIENEN VOZ

Me pareció oportuno comenzar el blog con mi testimonio. Voy a subir más información relativa a la liberación animal a medida que pase el tiempo, en pos de la creación de espacios de alteridad y solidaridad por esta lucha. Sus preguntas, apreciaciones y comentarios en general serán siempre bien recibidos. Acá vamos:

A mis 7 años, mi papa me llevo junto a otras familias amigas a pescar a un lago. Lo curioso es que este lago era propiedad de un restaurante y la modalidad consistía en pescar a tu alimento, para darlo al cocinero y este lo prepare para sus comensales.

Cuando me toco tener al pez, que yo mismo había arrebatado de su hábitat, entre mis manos, sentí una profunda lastima. Sus branquias abriéndose y cerrándose compulsivamente en un ahogado anhelo por respirar, su cuerpo frenético moviéndose desesperado, su boca que intentaba modular un grito de angustia, un grito de terror que se perdía en la carencia de sonido. Y aún sin manifestación sonora, no pude ser indiferente a la situación, mis ojos me obligaban a ser conciente de lo brutal de mi acto.

Devolví al pobre animal al lago, e inmediatamente le dije a mi papa que no quería comer más animales. Pero... como era de esperarse, siendo tan niño los argumentos se doblan como un frágil tallo, y los dogmas de nuestros antecesores (y de toda nuestra sociedad) caen sobre nosotros como un incuestionable paralogismo que nace del conformismo y la ignorancia. Y para nuestra desgracia se viste de virtuoso en la tradición, que no es más que una costumbre ciega que el tiempo arrastro hasta nosotros.

Papa - Hijito, en la naturaleza hay animales carnívoros y herbívoros, nosotros somos carnívoros y tenemos que comer carne.
Hijo - Pero ¿Si Dios nos hubiese hecho peces en vez de humanos? no nos gustaría que nos coman.
Papa - Pero Dios nos hizo humanos.

Me negué a comer los cadáveres de los peces que hace poco tiempo había visto con vida. Comí entonces mis verduras, y no falto el adulto que se acerco a mi mesa y me dijo:

Adulto - Claro, al pez no lo comes, pero a la planta si te la comes. ¿No vale la vida de la planta?

En ese entonces, tan niño y sin haberlo pensado con tiempo, no supe que contestar. Hoy le explicaría que las plantas no tienen sistema nervioso, ergo, capacidad de sentir placeres o sufrimientos y tampoco tienen conciencia de si mismas. Los animales si sienten, si pueden sufrir y también pueden disfrutar, y por lo tanto generar intereses y emociones, como los animales humanos.

Demore 13 años en tomar el coraje que había tenido cuando niño y enfrentarme a la situación.

Es necesario devolver con una mirada ética y comprender que los animales no son ni alimento, ni vestimenta, ni entretenimiento, ni objetos para la experimentación. Compañeros en este mundo.

La transformación de nuestro entorno en pos de la liberación animal y humana no es solo una posibilidad, es un deber.


“Desde una edad temprana he rechazado el uso de la carne y llegará el día en que hombres como yo, verán el asesinato de animales como ven el asesinato de personas”. Leonardo Da Vinci (1452 -1519).

3 comentarios:

Javier Trettel dijo...

Me hiciste sentir mal. Yo veo una vaca en la ruta y se me hace agua la boca.
Por algo se empieza. Relato sensible y simple.
Abrazo grande amigo!

Momi dijo...

Fui "vegetariano" por 2 meses pero volvi a la tentacion, pero desde mi mas hipocrita corazon, apoyo fuertemente esta lucha para fomentar el vegetarismo y los derechos de los animales.

Agüará dijo...

Muma,
Los tropiezos no importan, lo importante es no abandonar. El primer paso lo diste cuando contemplaste este estilo de vida respetuoso con el medio ambiente, saludable y ético. Ahora solo tenés que seguir caminando.

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